COORDINADO POR TINO PERTIERRA
• Numero 9
Desde aquí abajo

David Fernández García

Menudo cuento

César Fernández

Aquí Ribono

Emilio Fernández García

Signos del alma

Roxana Herrero

Alma de poeta

Matilde Suárez

El Mirador

José Feíto

El hombre tranquilo

José Luis Santos

Cosas de pulpos

Ana Pérez

Rarezas

María Antonia Goás

Yas entre amigos

Yasmina Suárez González

COSAS DE PULPOS

Zapatos marrones

No me gustan los tipos que usan zapatos marrones. Una inquina como otra cualquiera. Tirria sin fundamento, cierto, no voy a negarlo. Pero…, qué voy a hacer si un tipo  que  enfunda los pies en zapatos color, -por decirlo con dulzura-, chocolate, no me inspira confianza.  A mi me nacieron así. Cada uno es como es, y yo soy como soy. Y desde luego no voy a ir pidiendo perdón a diestro y siniestro por mis  individualidades personales  ¡hasta ahí podríamos llegar!
 Lo cierto es que cada vez que un tipo me da mala espina, calza marrones. Lo  sé, ni el hábito hace al monje, ni el color de los zapatos hace al canalla. Pero si veo a un tipo con  hábito digo: ahí va  un monje. Y si digo: ahí va  un canalla, veo zapatos marrones.   ¿Casualidad? Puede. Pero para casualidad…, mucha casualidad me parece a mí.
Por mi garito desfilan a diario un sarta de desahuciados. Hay, como en botica, un  poco de todo.  Llegan con la soga al cuello, de otro modo, ninguno se pasaría por allí. ¡A mi no me visitan ni los amigos!, ja…,ja…, Bueno…,  también es cierto que no tengo,  así que por ese lado estamos en paz.
 La mayoría es buena gente, pero los números no son lo suyo  y  a menudo confunden el minuendo con el sustraendo. Un pequeño error sin importancia que te coloca en  el  patíbulo sin contemplaciones. Están asfixiados y necesitan una traqueotomía.   ¡Buena gente…! Algunos casi consiguen tocarme la sensible, me refiero a la fibra, a la fibra sensible. De otro modo a mi nadie me toca nada…, bueno,  je…, je…, dejémoslo ahí. Pero cuando digo casi, quiero decir exactamente eso: casi. El parné no se gana con la sensible, y algunos llegan  sin traquea que taladrar, y  sin traquea…., pues…, uno no es de piedra…, pero la suerte está echada.
En cualquier caso estos no son problema y se les reconoce bien, y ante la duda sólo tengo que mirar al suelo. ¿Y qué veo? ¡Pues que voy a ver!, unos discretos y ajados zapatos negros. Ya te digo… ¡buena gente!
El problema son los otros, je..,, je…,  ¡menudas aves!. Hace tiempo que saben lo que es no tener firme bajo la suela. Pero vienen aquí como si acabaran de tomarse un desayuno caliente. Vienen con la cara lavada y la raya del pantalón más vertical que una plomada. Llegan apestando  a un perfume tan  caro como falsa es su solvencia. Posan sobre la mesa las llaves de un coche con tantos cilindros, como tubos necesitan poner en una  traquea  más agujereada que un colador.  Están mendigando, pero dan a entender que te hacen  un favor… ¡Ja…! ¡Menuda pandilla de cretinos engolados! ¡Desde cuándo se enseña a una madre a hacer hijos!  ¡Mala gente…! Sí, mala gente. Y a la que te descuidas acabas ocupando su lugar en la horca.   Pero a mi no me la dan, los conozco bien. Son hábiles embaucadores, y algunos casi me hacen dudar. Pero cuando digo casi, quiero decir exactamente eso: casi.  En cuanto me asalta la duda no tengo más que mirar al suelo ¿y qué veo? ¡Pues qué voy a ver..! ¡Marrones…! Unos llamativos y lustrosos zapatos marrones. Ya te digo…, mala gente

-Lo siento señor,  este modelo en marrón está agotado. ¿Quiere probárselos en negro?

- No gracias, yo sólo calzo zapatos marrones…. Ya sabe… ¡Manías que tiene uno!

Ana Pérez © 2007
Escaparate

por César Fernández

Links
Contacto
Webmaster
Hemeroteca